(...)
Galeano ha sido la voz de los sin voz,
de quienes albergan esperanzas,
sienten dolor, tienen miedo,
padecen la injusticia y cuyas vidas permanecen en el anonimato.
Ha hecho crónica de los pueblos sin historia,
sin derechos, avasallados por la mala memoria.
Ha sido un notario del tiempo presente.
Rescatador de la memoria nunca quieta
que "no nació para ser ancla,
que quiere ser puerto de partida,
no de llegada".
Su pensamiento es voz de esperanza que denuncia,
ataca, defiende, no huye ni se oculta.
Es palabra seminal capaz de levantar y forjar conciencias rebeldes.
No impone dogmas, simplemente relata, hace crónica.
No se cree poseedor de la verdad absoluta, la niega.
"No hay más verdad que la búsqueda de la verdad",
nos dice en su Patas arriba: escuela del mundo al revés.
(...)
Marcos Roitman Rosenmann.
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"NOS ESTAMOS VIENDO".
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LOS SIETE CABRITILLOS Y LA LOBA.
Nani.
Qué distinta hubiera sido la suerte de los cabritillos si en vez de un lobo egoísta, la que los hubiera raptado hubiera sido una loba...
La loba no se los hubiera comido enteros. Es más, los hubiera sacrificado, degollado, desollado, partido en trozos, salpimentado y cocinado para dárselos a sus lobeznos y a su marido lobo mientras ella, feliz, se hubiera conformado con los huesos.
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(Sin título).
Rosalía.
¡Ay, qué dolor... !
¡Madre mía, qué dolor... !
Y la niña ya salió...
Antes lloraba de dolor
y ahora lloro de emoción.
¡Qué suerte la mía de ser mujer!
El fruto de mi vientre ya nació
una niña para toda la vida.
Mucho trabajo e incluso alicientes me dará.
Y pensando que yo
puedo tener más...
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(Sin título).
Raúl.
Aquel hombre era como uno cualquiera. Tenía manos, brazos, un cuerpo con el que moverse, hacer cosas...
Pensaba, a menudo; se iba a cazar, de vez en cuando. Le gustaba reunirse con sus iguales, sentirse acompañado y compartir con los demás.
Era un hombre cualquiera, necesitado de amor. Anhelaba las caricias, rozar su piel con la de otros; sentirse comprendido, acompañado, apoyado. Como una mujer que ama la vida, quiere expresar lo que siente, su creatividad... Que muestra su amor, artista de la vida; que, por encima de todo, siente.
Como aquel hombre.
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ECOS.
Javi.
Evelyn Galeana acompañaba los desayunos con su vergonzosa mentira desde la desaparición de su compañera. Engañar a quien diagnostica y medica pasando una consulta de menos de diez minutos fue mucho más fácil de lo que imaginó y ya se había surtido del cargamento necesario para hacerlo.
Tenía el seudónimo masculino adecuado, los contactos necesarios para la publicación y el manuscrito completo de su puño y letra que dejó antes de marchar, el último pedazo de ella, su tesoro, su motivo.
Saboreaba cada una de sus palabras, se recreaba en sus letras y analizaba con lupa la caligrafía y las notas en los márgenes en un vano intento de resucitarla. No quería dejar pasar ni un solo detalle. Era tal la responsabilidad que en ella había delegado que por nada del mundo podía defraudarla.
Aunque cada día sin ella fuera otra condena.
Las dos últimas páginas culminaban con un rotundo FIN escrito en letras mayúsculas, pero algo hubo en ese colofón que le hizo abortar su plan.
Si había podido esperarla en sus largos aislamientos, retiros, huidas, idas y venidas porqué no iba a hacerlo en este último trayecto.
Además después de publicar sus memorias, alguien tendría que supervisar su gestión. Si detrás de todo gran hombre siempre hay una gran mujer; detrás de algunos de los grandes libros firmados por hombres hay dos o más ecos femeninos en la sombra. Talentos invisibles, ocultas historias de amor.
Evelyn no se iba a ir. No, al menos, todavía.
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