martes, 17 de marzo de 2015

Dinámica de narraciones grupales propuesta por Raúl en la sesión del 25 de febrero de 2015.

 
 
El caballero salió de la habitación. Cansado, se fue a su casa (a dormir).
Abandonaba el castillo agotado de tanta palabrería sinsentido. En la corte real no había más que incompetentes bien vestidos y sobrealimentados. Por eso, pensó que lo mejor era cerrar los ojos y soñar cualquier cosa.
Se dirigió a su alcoba y se acostó. Le costó trabajo dormirse ya que era una hora poco propicia para ello. Pero, después de un rato, le llegó el sueño.
Respiraba jadeante, e incluso roncaba. Fueron doce horas de descanso que realmente supusieron un esfuerzo agotador.
 
 
RAÚL, JAVI, LUIS y ANDRÉS.
 
 
 
 
 
 
 
Joaquín no se sentía demasiado bien esa mañana y, educadamente, lo comunicó al resto de asistentes para excusar su repentina marcha.
Lo primero es lo primero y lo que había dejado a medias cuando salió de casa urgía mucho más que un taller de creación literaria.
Tenía que llevar a arreglar el coche. Y estaba francamente mal. El mecánico le había dado una cita para esa mañana, pero no tenía intención de ir.
Necesitaba una dosis de endorfina, pues llevaba días sin ingerir su droga favorita.
O gastaba el dinero en reparar su vehículo, o andaba feliz.
Y anduvo feliz el amigo Joaquín.
Aunque extraño, la felicidad ahí andaba, con él.
 
 
JAVI, LUIS, ANDRÉS y RAÚL.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Las palomas se posaron sobre las farolas, una junto a otra.
La palomita saltó al vuelo y el palomo, después de hinchar su buche, saltó tras ella.
Así lo vi.
Fue que me distraje al ver pasar a una jovencita, cuando descubrí que en las farolas se regresaban las dos palomas.
Fue un regreso inesperado; presagiaba una tragedia.
El viento soplaba, sin cesar, mientras los árboles susurraban hermosas melodías.
El palomo se abalanzó en una violenta acometida hacia la palomita que, indefensa, cerró los ojos y se dejó hacer, rendida. Siempre le habían dado un asco tremendo aquellos repugnantes buches inflados de machismo.
Las hermosas melodías de los árboles cesaron en cuanto el viento se calmó.
Solo pudo oírse el grito de dolor y rabia de la palomita, un estruendo desgarrador y conmovedor.
Me sentí fatal por haberle mirado el culo a aquella jovencita.
La naturaleza animal es aplicable a los humanos y la naturaleza humana es aplicable a algunos animales. No tendría que haber sentido vergüenza por haberme dejado llevar por un instinto animal innato.
 
 
ANDRÉS, RAÚL, JAVI y LUIS.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
-Vaya día para un entierro -comentó Cecilia.
-Parece que no va a dejar de llover en toda la tarde.
-No se elige el día en que uno muere. Salvo los suicidas.
-¿Es que no lo sabes?
-Antonio se ha suicidado con arsénico. No soportaba más los dolores de su cáncer.
Lucía se puso a llorar...
-Con lo que me gustaba escucharlo. Cómo disfrutaba hablando de cine, de sus películas. Qué bien lo contaba. Era un gusto escucharle.
-Sí -dijo María-, y lo buen follador que era el tío, ¿verdad?
Lucía miró a María. Se miraron las dos a los ojos un momento. Las dos pensaron, sin decirlo, qué era lo que iban a echar de menos de su amigo Antonio.
 
LUIS, ANDRÉS y RAÚL.
 
 
 


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